Merecer tiene que ver con el saber, sin el YO SÉ, no puede alcanzarse el merecimiento. Este postulado tiene que ver a su vez con el YO CREO, no de creer, sino de crear. Al reconocernos como cocreadores de realidades, interconectados a un Universo de cocreación superior, comenzamos a darle un lugar a nuestro verdadero Ser. Desde el vínculo indestructible con el CREADOR ÚNICO, nos convertimos en lo que se conoce como Néter, también denominado Elohim. Esta toma de conciencia, nos acerca aún más a la Unidad, de tal forma, que sólo desde la más profunda humildad y con la capacidad de amar incondicionalmente, podemos intuir que es el instante de MERECER esa abundancia tan anhelada y dar con la capacidad de conectar con la probabilidad más elevada que deseamos alcanzar como Gran Alma.
Todo
lo sembrado, labrado y alimentado, está a punto de dar fruto. Así he dado, así
recojo. Así he entregado, así me es entregado. Así he ofrecido, así me es
devuelto. Así he agradecido, así me es agradecido. Todo en auténtico equilibrio,
tal cual dicta la ley de Maat, el Néter de la equidad.
Es
entonces cuando se activa por vez primera el PUNTO VITAL. Este misterioso
vórtice energético, es el único que nos conduce a una expansión de nuestro
hasta ahora mundo experiencial. El sobredimensionamiento que se acciona, nos
catapulta hacia ese lugar en el que podremos reconectar con los sueños que
hemos cocreado inconscientemente y que están muy bien amparados, para que
llegado el momento, se vayan a buscar.
Ha
llegado el instante de activar nuestro Punto Vital. Averigüemos que significa.
(pequeña
pausa)
Comenzamos…
Cuando
consigo asimilar toda la sabiduría acumulada, no puedo por más que mirar de
frente, sintiéndome absolutamente PRESENTE, en este único ESPACIO por el que
caminar.
Percibo
un infinito bucle que se extiende en todas direcciones, sin permitirme
centrarme en ninguna en concreto. Se trata de una mágica espiral, de un anciano
vórtice, que me conduce a otro lugar, sin necesidad de abandonar el espacio que
creo ocupar. No existe el miedo, no existe la desconfianza, no existe la
mentira, ni la pereza, ni la venganza, no existe NADA. El vacío que me atrapa
no sostiene nada.
Se
trata de una sinuosa ola, que mece todos y cada uno de los rincones de mi Gran
Alma. Siento el acunar de mí Ser, como me ampara, como me regala lo Vital para
el Alma. Siento una gran oleada de fuerza, que recorre mis entrañas. Algo ha
virado, algo se ha girado, algo se ha colocado a la inversa del estado en el
que estaba acostumbrado, algo orbita en sentido contrario, algo… algo que no se
puede describir con palabras se ha reorganizado, comenzando a describir una
parábola, o una elipse, o una fuerza que nos absorbe hacia una Punto de Vida
intangible, imposible de definir.
De
repente el silencio parece muerte… me permito fluir con esa oleada que me mece
hacia otra verdad, mucho más allá de mí.
Permanezco
y siento como orbito, tal como Gaia lo hace, respecto al Sol y respecto a sí.
(pausa)
Emerjo
en un amplio y soleado valle, donde el verde y todas sus tonalidades descodifican
en mí, aquellos arquetipos con los que crecí. Una fuerza indescriptible, rompe
en mil pedazos las realidades que en mi ignorancia creé, con la esperanza de
protegerme de no sé muy bien qué. Me convierto en Observador de mí mismo y de
mi creación. Observador de todo aquello que en todas mis vidas me afectó.
Observador de todo lo que mi Alma entregó. Advierto infinitos lares, infinitas
mansiones, infinitos territorios, infinitas relaciones, infinitos episodios y
uno a uno, tal y como doy con ellos, se rompen, tal cual lo haría un espejo que
refleja una imagen que ya no ocupa su tiempo.
Permito
que el Universo se encargue de mostrarme todo aquello que lleva mi oculto
nombre.
Permanezco
y tomo asiento en este soleado valle, ante el inmenso espejo…
(pausa)
Tras
esta conexión infinita con lo efímero y lo eterno que hay en mí, me levanto y
camino como si fuera la primera vez que lo hiciera. Siento la novedad que fluye
en mis venas. Códigos que permanecían dormidos, hoy despiertan. Siento todo lo
nuevo que habita en mí, pero todavía no lo puedo vivir, primero tengo que
atravesar la última frontera con mi propia creación y sentir que aquel que
creó, no fui YO…
Una
poderosa fuerza aparece en mi corazón, brilla y refleja la luz de una hermosa
Mansión. No existe otra, sólo es esa, es esa la única dirección. Me reafirmo
como habitante de ese lugar que tanto llama mi atención.
Poco
a poco… comienzo a recordar…
Recuerdo
el lugar… sus jardines, sus bosques, sus arcos, sus bóvedas, sus ventanales,
sus patios de flores, la orquesta, la luz, el silencio y la quietud de un Hogar
sin nombre, que parece estar llamándome a voces…
Me
dirijo con total seguridad a la puerta de entrada. La empujo con decisión. Es
el momento de penetrar y saber quién SOY YO.
Permanezco
y siento todo lo que la Mansión guarda en su interior…
(pausa)
Es
espectacular lo que ocurre al cruzar el umbral. La luz que me envuelve el Ser,
es auténtico prana. Se asemeja a la fuente que emerge del eje central del
cosmos. Es pura vida. El prana nutre todas mis células. Tanta vida hay en ellas
que he perdido la noción del cuerpo y de toda dualidad. El Punto Vital emerge
con tal poder que no puedo dejar de sentir que soy pura vida habitando el
cosmos.
De
repente, me muevo sin conocer donde se haya el eje multidimensional. La sensación
es de absoluta consciencia y de absoluta obscuridad, pese a que ambas forman
una unidad que disuelven la polaridad que contienen.
Una
brisa parece que me acompañe, me dejo llevar. De entre ese flujo silente reconozco
una forma de apariencia estelar. Me recuerda a una Hada del Bosque, al menos,
esta es la forma más acertada que le puedo dar. Me sonríe. Me mira y me dirige.
Siento la pureza y la abundancia de este Hogar que estoy conociendo por vez
primera.
Escucho
el sonido de agua, de aves, de ardillas y de otros muchos animales. Árboles
pretéritos parecen inclinarse, dándome la bienvenida. Es como si estuviera
dentro de un cuento. Mi niño pequeño triunfa. Se siente pletórico. Comienza a
correr, a jugar, a chapotear en el Gran Manantial. Múltiples animalitos se
acercan también a jugar, aparecen a su vez, sílfides, ninfas, gnomos y duendes,
así como muchas otras entidades propias de una mágica realidad.
Un
castillo, hecho de naipes me hace de tobogán. Una escalera, cuyos peldaños no
parecen finalizar, me conduce hasta una estrella del cielo polar. Cuando la
observo de más cerca, me sonríe como lo hiciera un familiar. Le grito:
-
Hola!!! Estoy de vuelta!!! ¿Te acuerdas de
mí…?
Siquiera
sé porque imagino que un buen día me fui de allí, pero el niño sabe que fue
así. Le creo. Creo en su sabiduría, en su alegría, en su fe en lo que no se
puede ver. Me río con él.
La
estrella me devuelve un gesto de afirmación. Se acuerda. Sabe quién Soy Yo. Al
mismo tiempo que me reconoce, siento que tengo que entregarle mi diamante, el
mismo que en la otra orilla la Madre, me dio. Se lo ofrezco. Lo recoge. Lo
coloca sobre un vacío enorme y al hacerlo una lluvia de realidades me envuelve.
El
Hada revolotea a mi vera. Sigue conduciéndome por un largo camino de piedras.
Juego con ella. Las realidades soñadas no se desvanecen, sino que se tornan
robustas y fuertes conforme las toco con mis propias manos. Algunas son
pequeñas, otras, algo más grandes, pero sobre todo hay una que es enorme.
Abrazo
con todas mis fuerzas ese sueño que hasta ahora ha sido inalcanzable. Lo abrazo
con tanto amor, que casi no puedo creerme que de mi surja ese caudal ausente de
dolor. La riqueza que porta el sueño es indescriptible. Su valor incalculable.
Su arquitectura inimaginable y su belleza inigualable.
Unas
lágrimas de alegría ruedan por mis mejillas. La abundancia que guarda el
interior de mi Mansión, es digna de ser compartida. En algún lugar se escucha
una música. Tomo ese sueño y bailo con él al ritmo que marcan mis pies.
Permanezco
y siento la abundancia que en mi experiencia creé…
(pausa)
El
baile cesa. La estrella me mira y refleja todo lo que acaudalé. Casi no me lo
puedo creer. El Hada me señala algo. Bajo un enorme sicomoro hay escondido un
cofre. Me acerco. Lo abro. Encuentro una moneda, una única y valiosísima moneda
de oro. Es la moneda que la vida me entrega por todo aquello que he dado. La
acepto. La recojo. La valoro.
Me
dirijo al Gran Manantial. Agradezco todo lo que la vida me da. Lanzo la moneda
a su fuente original. Al hacerlo puro prana, provoca que aumente el caudal.
El
Punto Vital se activa, vinculándose al Gran Manantial, esto hace que una luz se
encienda en la Red de la Unicidad. Es una Red invisible, que sólo se puede
alcanzar, una vez que la abundancia fluye, sólo entonces, la moneda será
canjeada por la luz del Gran Mandala de la Morada. Por vez primera la Mansión
se iluminará.
Permanezco
y siento…como todas las estancias del interior de mi Mansión son iluminadas…El
Punto Vital está activado…
(pausa)
La
Abundancia fluye en toda mi multidimensionalidad, no existe una única célula
que no se sienta amparada por la Gracia del Prana. El Punto Vital ilumina mi
Espacio y la Línea de Tiempo por la que transito.
Ahora
puedo decir alto y claro:
Yo
Merezco. He recogido mi moneda de oro, la misma que contiene y expresa toda la
riqueza que en mi bagaje atesoré. Muestro mi riqueza al Mundo. Me permito Ser
Mi
Plan Personal forma parte de Todo y como tal, también forma parte del Plan
Global. No siento la diferencia. No hay ni habrá más miseria. Elijo la
abundancia. La integro. Mi más elevado sueño pasa a ser mi prioridad. Agradezco.
Extiendo mis brazos a la vida. Grito GRACIAS a la Luz Divina. Abrazo Todo lo
que Soy. Amo.
Así
agradeciendo, permanezco. Aprovecho este momento de íntima comunión con Dios
para agradecerle la Vida que me entregó.
(larga
pausa)
El
AHORA es mi reino, mi Hogar, mi Mansión original, mi espacio de creación, mi
vanguardia y la fuerza de mi voluntad, mi objetivo primordial. Con la inmensa gratitud que me aporta este único
lugar en el que habita mi Yo, regreso del plano de conciencia en el que me
encuentro, trayendo conmigo Todo lo que Soy. Así me anclo a Gaia y vibro con
ella al unísono.
Siento
como ambos nos nutrimos de un Todo superior y ahí permanezco y siento… siento…
siento… mientras poco a poco regreso a esta dimensión…